Sigue la fiesta

Como decía la canción mexicana titulada Pancho López: “Pancho se fue a la revolución y lo que tenía que pasar pasó, y a los nueve meses papá resultó….”. Aquí, donde vivimos, en el País Vasco, que no ha resultado ser una excepción de la regla, pese al pisto que se dan sus gobernantes, ya que no en nueve meses, sino en 17 días, los que van del 27 de diciembre al 12 de enero, hemos pasado de tener un índice de contagios de 338 a otro de 594 por cada 100.000 habitantes.

Lo que supone un incremento del 76 % o, lo que es lo mismo, “lo que tenía que pasar pasó” porque en total oposición a como lo han entendido en China, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Taiwán, Islandia, Singapur y Vietnam, se ha actuado perdiendo el temor que se merece el virus como consecuencia de lo cual se ha venido a corroborar la imposibilidad manifiesta de convivir con el coronavirus en paralelo a las acciones para erradicarlo. Dicho de otra manera: o acabamos con él o él acaba con nosotros.

Y lo curioso o quizá no tanto, eso, ese acabar como el rosario de la aurora, se está produciendo como el resultado de una tormenta perfecta en la que sus componentes están siendo la ineficacia culposa de la totalidad de los políticos que dicen estar gestionado el problema de salud causado por el corona virus y por otro la estupidez de una cantidad importante, que está resultando letal, de los ciudadanos de a pie, que despreciando la realidad no han querido renunciar al modo de vida que han llevado antes del inicio de la pandemia.

De modo que las “alegrías” de festejar el idiotizante Black Friday, Santo Tomás, Navidades, Olentzero, Nochevieja, Año Nuevo, los Reyes Magos y sus correspondientes puentes y rebajas, para goce de nuestros cuerpos serranos y los de los políticos de “salvar las navidades” (económicamente para el comercio, claro), lo estamos pagando ya –y lo que seguirá– duramente. (La semana del 4 al 10 de enero, 66 muertos por coronavirus en el País Vasco).

No quiero acabar este comentario sin hacer referencia al escándalo que supone que de las 17 Autonomías de las que consta el país, estemos ocupando el tercer lugar por la cola en lo que respecta al número de vacunados por cada 100.000 habitantes cuestión que debería hacer sonrojar –si ello fuera posible– a nuestros políticos que para más inri se precian ser lo mejor de lo mejor cuando no pasan de ser unos aprovechateguis y unos cuitaos.

Rafael Hidalgo