Macedonia, Serbia, Hungría se
estaban atascando con miles o cientos de
miles de refugiados a los que se cerraba el
paso hacia la Unión Europea. Los
gobiernos miraban a otro lado, los sectores de
extrema derecha gritaban en las calles contra
los refugiados o atacaban los albergues de
emigrantes… Las mafias chupaban la sangre y
los dineros ahogaban a los refugiados en
ruta…
De repente, ciudadanos europeos, alcaldes
como la Ada Colau de Barcelona o la Carmena
de Madrid y otros alzaron su voz en favor de
los refugiados, contra el pasotismo de la
Unión Europea y de sus gobiernos, el
pueblo europeo levantó la voz,
quizá por primera vez y en masa,
reclamando la aplicación de las leyes
internacionales que conceden asilo a los
refugiados que huyen de las guerras en sus
países.
Olvidamos muy fácilmente nuestra
propia historia. En respuesta a la guerra
española de 1936, Francia, Inglaterra,
Rusia, Méjico y Sudamérica
entera acogieron a los españoles que
huían de la guerra y de la
represión. Los niños de los
años 40 recordamos que España
acogió en 1944 a niños
alemanes que huían de la dura
posguerra de la Alemania nazi derrotada y
destrozada.
Ahora que la guerra absurda del Oriente
Medio (¿acaso hay alguna guerra que
no sea absurda y sin sentido?) se
ensaña con cientos de miles, millones
de ciudadanos sirios a las puertas de Europa,
nos toca ofrecerles el amparo que en otros
momentos alguien nos ofreció a
nosotros. Le toca a Alemania, a Inglaterra, a
Islandia, a España, a toda la
Unión Europea.
La gente lo sabe, y la gente los recibe con
los brazos abiertos. Aquí mismo, entre
nosotros, han surgido ofertas en Eibar, en
Gasteiz, en Bilbao, desde colectivos populares
de Durango y Amorebieta, desde mil rincones
de Euskadi.
Y los gobiernos han reaccionado,
quizá tarde, quizá mal, pero
han reaccionado.
Como debe ser: el pueblo tiene el derecho
y el deber de alzar su voz, los gobiernos tienen
la obligación y el derecho, si no de
adelantarse a los deseos del pueblo, por lo
menos de escuchar y acoger favorablemente
las demandas de la mayoría.
¡Bienvenidos a Europa, hermanos y
amigos sirios! A lo mejor entre todos
podríamos incluso parar la guerra que
destroza vuestro país…
Me parece que no hay ningún gobierno, asociación, ong, alcalde, ciudadano de buena voluntad, etc. preparado para asumir algo así. No sabe nadie dónde alojarlos, cómo alimentarlos, quién se va a encargar de su educación, qué médico les va a atender,… son muchas preguntas difíciles que necesitan tiempo y organización para no fomentar el racismo. No es tan fácil. Lo siento por los sirios y por los políticos que tendrán que afrontar ese tema.
Me parece que no hay ningún gobierno, asociación, ong, alcalde, ciudadano de buena voluntad, etc. preparado para asumir algo así. No sabe nadie dónde alojarlos, cómo alimentarlos, quién se va a encargar de su educación, qué médico les va a atender,… son muchas preguntas difíciles que necesitan tiempo y organización para no fomentar el racismo. No es tan fácil. Lo siento por los sirios y por los políticos que tendrán que afrontar ese tema.
Pues sí, Honorio. Parece que en esto nos hemos puesto todos y todas bastante de acuerdo. Buena cosa.
Pues sí, Honorio. Parece que en esto nos hemos puesto todos y todas bastante de acuerdo. Buena cosa.