Un protocolo ejemplar

La última semana se ha producido en Durango uno de los hechos más relevantes, no ya del año, sino posiblemente del presente mandato municipal: la firma de un protocolo conjunto de apoyo a víctimas de la violencia machista por parte de 7 instituciones: cuatro ayuntamientos (Durango, Berriz, Abadiño y Elorrio) y la Mancomunidad, además de la Ertzaintza y Osakidetza.

Al parecer, el parto no ha sido fácil. Ha necesitado tres años de gestación. Pero finalmente el empeño de varias personas que han tirado del carro ha dado sus frutos. Sin esta clase de esfuerzos personales suele ser difícil eliminar los roces que impiden el entendimiento.

La noticia es positiva porque todo lo que se haga para ayudar a quienes padecen la violencia de pareja y familiar es poco. A partir de ahora, las víctimas dispondrán de algo así como una ‘ventanilla única’, desde donde se les remitirá al departamento que se ocupará en primera instancia de asesorarles, y de ahí al siguiente y al siguiente. Sin duda, facilitará su acercamiento a algo tan frío e impersonal como son los organismos públicos.

Este acuerdo es también digno de celebrarse porque supone un avance a la hora de responsabilizar a toda la sociedad de un grave asunto que hasta hace poco había sido confinado al ámbito privado. Lo recordó en el acto de la firma la directora de Emakunde, María Silvestre, cuando, parafraseando a la histórica feminista estadounidense Kate Millet, destacó que los municipios de Durangaldea han dado un paso más en hacer que lo personal se convierta en político.

Pero hay otra dimensión que hace de este acuerdo algo eminente y es que distintas instituciones y partidos hayan aparcado sus diferencias para hacer frente a un problema común en beneficio de sus administrados. En estos tiempos en los que se echan de menos los liderazgos, ésta es una buena muestra de lo que se podría hacer para enfrentar la crisis y los efectos que nos deparará en el futuro.

El pacto supone también un avance en la comarcalización de ciertos servicios, cuya extensión podría y debería servir en otros ámbitos para atender las demandas sociales de forma más eficaz. No olvidemos que vivimos en un mundo global que se caracteriza porque las sinergias ofrecen más rendimiento que la suma de las partes.

Este protocolo podría ser un buen punto de partida, pues, para conformar alianzas que construyan. Ahora sólo falta que se aplique bien y que todas las instituciones que lo han suscrito sean capaces de coordinarse con eficacia. Que de eso se trata.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia