Si aún no has pasado por la exposición de Rafa Peñafiel en la sala de Ezkurdi, tienes todavía unos días para hacerlo. La muestra es una personal visita guiada del artista natural de Amorebieta, pero afincado en Durango desde hace cuatro décadas, por algunos de los rincones más emblemáticos de la villa.
Su mirada se detiene en la iglesia de Santa Ana, la Basílica de Andra Mari, Ezkurdi, Lariz Torre y Jesuitas, entre otros rincones, pero presta especial atención a la Cruz de Kurutziaga. Peñafiel dedica cinco óleos, dos plumillas y una acuarela al imponente monumento por la admiración que le suscita. “Hay poca gente que se detiene a observar sus espectaculares relieves”, advierte.
La muestra también incluye un paraje natural singular, como es Urkiola, “con el permiso de nuestros amigos de Abadiño”, bromea.
Vocacional
Ingeniero de profesión, Peñafiel nunca ha ocultado su vocación por la pintura. “Mi idea era dedicarme a las Bellas Artes en cuanto me jubilara”. Tanto insistió en esta idea que Mariví, su mujer, le animó a no esperar y a apuntarse en la escuela de Fernando De Vicente. “Hasta entonces hacía únicamente carboncillo y con Fernando pasé al color”.
La exposición, la cuarta que organiza individualmente, es una recopilación de su obra desde 2004 con la que el artista sugiere un entretenido paseo pictórico por Durango. Puede visitada hasta el viernes, de 18.00 a 20.00 horas, y el sábado y domingo, de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 20.00 horas.