Recta final al verano más saludable

“Disfrutar de las piscinas y playas, andar en bicicleta, jugar al fútbol y hacer excursiones pero, sobre todo, jugar en la calle”. Esas son algunas de las actividades que más agradecen los casi treinta niños y niñas saharauis que desde principios de julio están acogidos en Durangaldea por diferentes asociaciones y que en unos días regresaran al desierto de Argel en el que están situados los campamentos de refugiados.

Aquí pueden disfrutar de una climatología más benévola en comparación con los extremos que padecen en el desierto del que proceden, donde “deben soportar temperaturas por encima de los 50 grados”, según Lutxi Urbiola, integrante de la asociación Hamadako Izarrak que gestiona la estancia de una quincena de menores en el aterpetxe de Axpe, en Atxondo.

La estancia en Durangaldea de estos menores permite además paliar los problemas de desnutrición que padecen, con importantes déficits de vitaminas y proteínas en su alimentación. Aunque la ayuda humanitaria internacional llega a los campamentos en los que viven, la colaboración internacional es cada vez más escasa y resulta insuficiente para satisfacer sus necesidades nutricionales.

Mejorar la salud

La salud es otro aspecto primordial de estas estancias y las visitas a médicos y especialistas son una actividad habitual de cada jornada. Todos los menores cuentan con la cartilla sanitaria de Osakidetza. Sin embargo, existen casos en los que “resulta difícil realizar un diagnostico al desconocer los antecedentes familiares del menor”, apunta Mikel del Arco integrante de la asociación  Río de Oro, que acoge en el aterpetxe de Izurtza a diez menores con diversidad funcional.

En otros casos, la visita al especialista permite vislumbrar un futuro más prometedor que el que tenían a su llega a Durangaldea. Es el caso de una niña que tenía 11 dioptrías y a la que le han puesto gafas. Con ellas podrá “integrarse en la escuela normal cuando regrese a los campamentos de refugiados”, apunta Del Arco.

En el caso de Mohammed Yahya, que se recuperó completamente de tres operaciones de corazón realizadas en anteriores estancias, volverá a ser intervenido quirúrgicamente dentro de unos días, aunque en este caso de una afección en la boca.

Esfuerzo insuficiente

A falta de poco más de una semana para que la treintena de menores emprenda el viaje de regreso, los menores seguirán disfrutando de un día a día que genera un sentimiento de satisfacción generalizada entre las asociaciones de acogida.

Sin embargo, queda latente un sentimiento de que todo esfuerzo es insuficiente y  de la necesidad de seguir colaborando para paliar las carencias del pueblo saharaui. De hecho, los integrantes de Hamadako Izarrak optaron por la acogida en albergues frente a la estancia en sus domicilios “para poder traer a un mayor número de niños, ya que el número de familias de acogida está descendiendo paulatinamente”.

Además, las penalidades que sufren los saharauis que se vieron obligados a desplazarse desde el Sáhara Occidental a los campos de refugiados, se acrecentaron la pasada semana con las fuertes tormentas que afectaron al campamento de refugiados de El Aaiún.

Las lluvias torrenciales causaron daños generalizados en unas 200 casas de adobe y otras jaimas de tela, por lo que la media Luna Roja Saharaui hizo un llamamiento urgente a los países donantes y agencias humanitarias para abastecer de alimentos, tiendas y mantas, además de productos de higiene, con las que cubrir sus necesidades básicas.