Yahya regresa a Durangaldea

Su vida corrió serio peligro hace unos meses, pero da la impresión de que ha conseguido recuperarse completamente. Mohamed Yahya, el niño saharaui de siete años que hizo frente a tres operaciones de corazón, ha regresado a Durangaldea.

“Está genial. Ya corre y hasta baila”. A Mikel del Arco, uno de los promotores del campamento Río de Oro Durango, se le ve feliz. La evolución de Yahya parece inmejorable y el proyecto solidario está cada vez más consolidado. “El apoyo que hemos tenido este año ha sido muy grande y, de hecho, hemos superado el presupuesto que teníamos previsto”.

Aun así, ni él ni el resto de monitores voluntarios del campamento para niños saharauis discapacitados de Izurtza olvidarán con facilidad el verano pasado. Yahya fue operado en agosto de una dolencia cardíaca conocida como tetralogía de Fallot, que en su caso le impedía dar diez pasos seguidos sin tener que pararse a coger aire, y permaneció ingresado en el Hospital de Cruces durante alrededor de dos meses.

Tres intervenciones

Su estado llegó a ser muy crítico. “Hasta los médicos estaban asombrados de su gran fortaleza. Fue muy complicado porque tuvo una infección después de la primera operación y tuvieron que intervenirle dos veces más”, admite Del Arco.

La última fase de la recuperación la pasó en un centro de cuidados para niños saharauis de Ermua y después voló a los campos de refugiados de Tinduf para estar con su familia. 

Pocos meses después, Yahya ha regresado a Durangaldea. Esta vez no ha viajado solo. Llegó hace unos días con otros diez niños saharauis de entre 6 y 12 años. “Solo hay tres que repiten y, además, esta vez son más pequeños, así que el reto es mayor. Sin embargo, se están adaptando muy bien”, comenta Del Arco.

Recepción municipal

Es la misma impresión que tiene Chej, el adulto que les acompaña desde Tinduf. “Los monitores y la gente de aquí es muy maja. Estamos contentos”, añade, sorprendido aún de haberse encontrado una Euskadi “más verde y con más montañas” de lo que se esperaba.

No son los únicos niños saharauis que pasan el verano en la comarca. Hay otros quince en un udaleku de Axpe organizado por el colectivo Hamadako Izarrak y también están los del proyecto de acogida Vacaciones en Paz que Herria impulsa desde hace años.

El Ayuntamiento de Durango organizó el jueves una recepción para todos ellos y también para los que toman parte en el programa de Bikarte. Esta asociación gestiona estancias con familias vascas para chavales procedentes de orfanatos de Rusia y Bielorrusia.